Natural belleza

Un país pequeño con una gran belleza natural. Es una joya en el hermoso Caribe centroamericano.

A small country with a natural beauty. It is the "Jewel" of the Central-American Caribbean.

Um pequeno pais com uma beleza natural. E mesmo uma joia no formoso Caribe centroamericano.

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Belice (en Centroamérica)

lunes, 13 de diciembre de 2010

Rosas en el jardín tropical


Hay lugares que son referencia en los países o en las ciudades y muchos de ellos, aún y cuando no se hayan visitado, se reconocen inmediatamente cuando se mencionan. Es el caso de este particular rincón de Belice, en la antigua capital, las opiniones pueden ser antagónicas y hasta desaprobar su giro, pero no hay quien desconozca dónde está este singular "jardin de rosas".

In countries or cities one can find landmarks, many of them, even though one have not visited, are easily recognized when are mentioned. This is the case of this particular and well-known place in Belize City which people can have different opinions about and even disagree with its business, but there is nobody who can say that does not know where this singular "rose garden" is located.

Os locais famosos sao referencias nos paises e nas cidades e muitos deles, embora as pessoas nao os tenham visitado, sao reconhecidos em quanto sao mencionados. No caso particular deste beco na cidade de Belize, antiga capital do pais, existem opinioes encontradas e tem inclusive quem dessaprova o tipo de negocio, mas nao tem quem nao conheca onde que fica este singular "jardim de rosas".

Artículo/Article/Artigo

Un jardin de rosas fuera de serie  (13/dic/10)

UN “JARDIN DE ROSAS”
Las rosas no son precisamente el tipo de flores que caracterizan a un tropical lugar caribeño como Belice, pues aún y cuando se dan bien, hay muchos otros tipos de flores que resultan ser originales, naturales y más adecuadas a este país y su región y con exotismo para los extranjeros.

Sin embargo, desde hace muchos años, casi desde que Belice es un país soberano, un avezado jardinero y visionario empresario local se ha empeñado en que las rosas, de diversas variedades y naciones sean las que cautiven a quienes visitan su plantío; visitantes entre quienes sobresalene marineros, soldados, turistas, empresarios, profesionistas, politicos, diplomaticos y todo tipo de empleados con cierta afición a la etnobotánica, rodología y la fitología –incluso menores de edad- que con un poco de dinero desean adquirir un ramillete o por lo menos una de las apasionantes “rosas” expuestas a la venta.

De este jardín usualmente el cliente sale satisfecho y sonriente, aunque a veces mareado o embriagado debido a los aromas, brebajes y polvos del propio follaje y la sensual exuberancia de los rosaceos cultivos de esta Green House de la que han surgido alegrias, mitos, pasiones y tragedias, como la del adolescente que estando con sus amigos en el jardín de rosas sucumbió a los golpes de bien entrenados y bravos comandos Gurkhas en una noche nefasta o la del junior ambassador y asiduo cliente que no resistió los encantos de un capullo centroamericano y llevándoselo del jardín lo colocó en un invernadero privado de la ciudad para poder apreciarlo y disfrutarlo –según pensaba él- de manera exclusiva, prodigándole cuidados, mimos y privilegios que la “rosa” jamás en su vida soñó tener y que él nunca habría dado a su propia mujer dado su acendrado machismo, según dicen la vox populi.

La fama del lugar es innegable e incluso trasciende fronteras pues ciudadanos de México, Gran Bretaña, EE UU, Guatemala, España, Nepal, India, Canadá y otros países del Medio Oriente, Asia y Africa han tenido la oportunidad de estar en el jardín más visitado de Belice, al grado de que forman parte, algunos de ellos de una red social, donde se comparten orgullosamente fotos, comentarios, anecdotas y opiniones, y como no, si se ha compartido también el confidencial y secreto deseo, aunque sea efímero, de poseer una de las rosas de este jardín.

Por ser matitas extranjeras en su mayoría y para poderlas mantener en el jardín, el dueño ha tenido que convencer a más de un estricto gurdian del orden y la ley, entregándole alguna de ellas y algún regalo extra, puesto que no se debe violar la ley internacional en la materia ni fomentar su comercio, trata o trafico, so pena de clausura del exitoso y requerido –más querido todavía- jardín. La salud de las rosas también es motivo de preocupación del propietario, la autoridad y la población en general y su atención se supone cotidiana para evitarles daños a ellas y a sus compradores o poseedores, además del posible brote de plagas o enfermedades producto de fungus, esporas, piojos y pulgones que provocarían alarma y un probable riesgo fitosanitario; es del dominio público que las espinas de las rosas causan heridas y posibles infecciones. Fuera de ese riesgo, todo es color de rosa, como el de las flores que le dan el nombre.

Si se ha vivido en Belice o se ha pasado ahí un tiempecito, seguramente se conoce el jardín –por dentro o quizá sólo por fuera- y sabrá que la flores que se ofrecen ahí no son las más bonitas, sin decir que no lo son, del país, porque en Belice sí que las hay lindas, con la diferenci de que las de este jardín son aquellas que se pueden comprar y cortar de inmediato y sin compromiso.

El local pintado con flores no pasa desapercibido cuando se circula por la carretera del norte (Northern Highway) pasando el aeropuerto casi a la entrada de Belize City en una curva a la derecha; queda casi en la orilla del río Belice, del lado izquierdo del camino y suele haber compradores de rosas desde tempranas horas de la tarde hasta altas horas de la madrugada, es decir “del crepúsculo hasta el amanecer” (From Dusk Till Dawn), como aquella película de Robert Rodriguez y guión de Quentin Tarantino, pero sin Salma, Cheech, George, Juliette o Harvey y que para efectos locales podría titularse “The Raoul’s Rose Garden”.H

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