Natural belleza

Un país pequeño con una gran belleza natural. Es una joya en el hermoso Caribe centroamericano.

A small country with a natural beauty. It is the "Jewel" of the Central-American Caribbean.

Um pequeno pais com uma beleza natural. E mesmo uma joia no formoso Caribe centroamericano.

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es...Belice. IT IS...BELIZE. é...Belize

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Belice (en Centroamérica)

martes, 10 de agosto de 2010

Cinco años en Belice

Kayak en Half Moon Caye
Vivir en un lugar distinto al que se nace siempre constituye una experiencia, pero hacerlo en un lugar bonito y paradisiaco resulta ser excelente en la vida de cualquier persona. La vida en Belice puede parecer demasiado tranquila para muchos, incluso tediosa o aburrida, sin embargo existen -como en todo lugar- espacios, rincones y gente que pueden hacer una delicia de la vida en un país pequeño. Conocer los sabores y reconocer aromas y colores de Belice son sólo algunas cosas de lo que puede descubrirse en este secreto lugar.

Pescar es fabuloso en Belice
To live in a differente place of that in which one was born is a experience, but to do it in a nice and pleasant place is an excelent opportunity to anybody's life. To live in Belize, for many people, sometimes seems to be too calm or even boring, but as in any place, there are people and corners and spots that make life a great and delicious one in a small country. To taste flavors and to recognize aromas and colors in Belize are only some things a person can discover in this secret place of the world.

Nadar la transparencia de Sarteneja
Morar em um lugar diferente ao qual se nasceu sempre é uma experiencia, mas ter a oportunidade de viver num paradisiaco e lindo local é realmente ótimo na vida de qualquer pessoa. Para muitos a vida em Belize pode resultar muito tranquila e tediosa, noentanto existem -como em todo local- espacos, becos e gente que podem fazer uma delicia a vida num pais pequeno. Conhecer os savores e reconhecer as cores e os aromas de Belize sao só algumas das coisas a se descubrirem neste secreto lugar do mundo.  



Artículo/Article/Artigo
Conocer "La Joya" centroamericana, una de las mejores experiencias en la vida  (9/ago/10)

45 AÑOS Y SOLO 4 Y MEDIO EN BELICE.

Jorge Luis Hidalgo Castellanos

Los aniversarios son ocasiones para festejar o conmemorar. Personalmente me gustan y los cumpleaños me recuerdan mucho mi infancia, de casquete y pantalones cortos y con mi piñata en forma de cordero casi de tamaño natural. El 13 cumpliré años y habré pasado una novena parte de mi vida en Belice, este pequeño país caribeño ubicado en Centroamérica al que he tenido la oportunidad –como pocos mexicanos- de conocer, descubrir y disfrutar durante  más de 4 años y medio hasta llegar a quererlo.

La primera impresión de Belice la tuve el 1º de febrero de 2006, alrededor del medio día, cuando arribe en un vuelo comercial, después de hacer escala en París y Houston, procedente de Viena. Al abrirse la puerta del avión, sentí en mi asiento de la fila 22 el sopor de 31 °C con una humedad de 90% que por poco me obligan a quitarme el blazer azul marino que traía puesto. Descendí de la aeronave, viendo rápidamente los alrededores de un verde intenso, iluminado por el candente sol, por una escalerilla –no había un ducto especial que me llevará a la terminal- desde la que caminé jalando mi maleta rodante hasta la terminal del pequeño aeropuerto internacional Philip S. Goldson. El corto trayecto hacia la ciudad de Belice fue agradable e inmediatamente me apasioné del río Belice que vi a la derecha de la carretera y que me guió por 5 millas, en la parte más bonita que existe en ella.

Había viajado 14 horas, más 4 de escala y había 7 horas de diferencia (más tarde en Europa) por el huso horario y 45 °C más respecto del momento en que salí, en invierno, de la capital austriaca con 15 ° bajo cero. Estaba cansado, somnoliento, con mi familia muy lejos –incluyendo un nene de un mes- y un calor húmedo y espantoso, que unido a los mosquitos, en conjunto contribuyeron a que no encontrara una ciudad bonita. Me pregunté qué había yo hecho para merecer esto.

Después de 54 meses, con la familia reunida, varios viajes, amigos, libros y otras cosas, entendí porque llegué a Belice, pues haber estado en “la Joya” es una de las mejores experiencias y etapas de mi vida. Aquí se descubre –si uno quiere- algo diferente y no sólo la naturaleza (flora, fauna, lluvia, ríos, mar, arrecife, montaña, selva, fruta, cielo y estrellas –el cielo nocturno del Sureste y de Centroamérica es uno de los más bellos del mundo-), sitios arqueológicos y amigos, sino a uno mismo, porque la reducida población y lo antes descrito favorecen la auto reflexión y la meditación en lo que puede ser una verdadera joya o paraíso terrenal. 

Amigos, de todo tipo y de todo el mundo, no solo beliceños, que ya de por sí son una mezcla de razas; sino europeos, asiáticos, americanos –sudamericanos incluidos-, africanos, de Oceanía y hasta de Yucatán. Ah, la cercanía de la península y la permanente posibilidad de visitar Mérida y mis amigos yucatecos.
Han sido 648 semanas aproximadamente viviendo en Belize City sin extrañar mucho las grandes ciudades, porque en todo caso se tiene cerca también a Miami, Houston, Cancún, San Salvador, Guatemala y Chetumal. Una ventaja es que en Belize City todo está a 10 minutos de distancia en coche, aunque se camina menos que en las ciudades que mencioné.

En Belice he celebrado 5 cumpleaños, en cinco agostos lluviosos; no he perdido esos años, sino que los he ganado; no los deduzco de mi cuenta sino que los sumo a la experiencia para que el bagaje sea mejor, con la esperanza de reflejarlo en mi vida. Belice nos ha dado a mi familia y a mí un cumulo de enseñanzas, sobre todo la posibilidad de crecer en lo personal y de aquilatar el valor de la naturaleza y de la gente, de nosotros mismos. Cómo no hacerlo con los brillantes y somnolientos  amaneceres locales, o al ver una parvada de pericos volando al atardecer, o los saltos de delfines a escasas millas de la costa, las orquídeas negras y heliconias que abundan en Belice, los manatíes en el río que desemboca al mar Caribe, los colibríes, tucanes, carpinteros e infinidad de aves que se posan en mi cerca e incluso los cocodrilos que merodean en los pantanos, sin olvidar las palmeras, los mangos, los chico-zapotes, los mameyes o los Mayflowers. Los amigos, son de verdad y muy cercanos, no esperan nada a cambio y están dispuestos a apoyar, con una sonrisa y los brazos extendidos.

Los aproximadamente 1,620 días que he pasado en Belice han sido pocos para conocer con mayor profundidad este pequeño país, mucho tiempo para hacer mi trabajo, el suficiente para pasarlo con mi familia y con mi esposa, y un remanso en la vorágine de la competencia profesional de la vida actual. 

Pero uno queda prendado de Belice desde que se le ve, al percibir su exuberancia, como cuando se ve a una mujer desconocida atractiva, misteriosa y sensual, pero que se nota alegre, inteligente, ingenua y coqueta a la vez, además de cariñosa . Yo me quedaría toda mi vida con esa mujer y conmemoraría cada año no sólo mi cumpleaños sino haberla conocido. 4 años y medio son pocos. H




Hermoso Cayo beliceño

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