Natural belleza

Un país pequeño con una gran belleza natural. Es una joya en el hermoso Caribe centroamericano.

A small country with a natural beauty. It is the "Jewel" of the Central-American Caribbean.

Um pequeno pais com uma beleza natural. E mesmo uma joia no formoso Caribe centroamericano.

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es...Belice. IT IS...BELIZE. é...Belize

es...Belice.  IT IS...BELIZE.  é...Belize
Belice (en Centroamérica)

miércoles, 18 de agosto de 2010

Deliciosos platillos "yucatecos"

Un país tambien se identifica por su comida y a través de ella se conocen los orígenes o influencias de otras culturas. En Belice existen, sin duda, elementos gastronómicos que nos llevan a Yucatán (México) y al Caribe sin dejar de ser Centroamérica. Hay platillos que son variantes de los que se sirven en Mérida, con un toque muy beliceño.

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 Una pequena y deliciosa cocina  (16/ago/10)

UNA PEQUEÑA Y DELICIOSA COCINA

Jorge Luis Hidalgo Castellanos

El delicioso aroma al medio día atrae poderosamente a quien pasa cerca de una pequeña casa en una calle del pueblo de Orange Walk. Es un guiso local, de color negro que huele a consomé de pollo con hierbas finas, cebolla y achiote, seguramente producto del recado –polvo o pasta de especias mezcladas- que se le pone al Chilmole, platillo típico de Belice que tiene sus orígenes, sin duda alguna, en el sabroso Relleno Negro yucateco, sólo que sin el albondigón de puerco que rellena al pavo o al pollo, este ultimo más socorrido en este país.

En Belice, la comida más común y corriente es el arroz con frijoles (Rice and Beans) que acompaña casi siempre a un estofado de pollo (Stewed Chicken) con un poco de ensalada verde o Cole Slow, una ensalada de repollo avinagrada y cremosa muy típica de EE UU y que en Belice se adoptó por la influencia que los emigrantes beliceños dieron a su país cuando regresaron, al igual que el pollo a las brasas (Barbecue –BBQ- Chicken) tan común en Belice, sobre todo en su ex capital, los viernes y los sábados, cuando aparecen puestos de comida con asadores y parrillas por toda la ciudad y se compra para llevar el pollo BBQ con frijoles horneados (Baked Beans) y Cole Slow como guarniciones; es una mezcla agridulce que se remata con una tortilla grande de harina.

La diáspora beliceña, lógicamente, también llevó a EE UU –sobre todo a Los Ángeles, NYC, Chicago y Miami- los Rice‘n Beans, los Meat-Pies y los Dukunus y no es inusual ver a los pasajeros de los vuelos a EE UU llevando su itacate (lunch) con estas delicias culinarias. Los dukunus son tamalitos de elote –maíz tierno- que llevan un poco de leche de coco y se envuelven en hojas de mazorca, como los tamales de la mayor parte de la República Mexicana, con excepción de partes del sur y en el Sureste de México en los que éstos son como en Belice y en Centroamérica, envueltos en hojas de plátano. Los dukunues son llamados también “tamalitos”.

Otro platillo de indudable reminiscencia yucateca, además del Relleno Negro es el Escabeche, una sopa o caldo de cebolla con pollo al que los chiles en vinagre y especias como el clavo y la pimienta le dan el nombre. Ambos son platos típicos de festejos, incluyendo bodas y Quince Años, una tradición esta última que continúa estando arraigada a las costumbres populares de Belice y que no podía tener una traducción al inglés –Fifteen Anniversary no hace sentido- y en este idioma se le dice Quince Años y a la festejada “Quinceañera”.

Del sur del país proviene la famosa Sopa de Caracol (Conch Soup), delicioso potaje hecho con verduras y caracol extraído de las aguas del Caribe, cuya veda se exige por ley durante una parte del año al igual que la de la langosta (Lobster) y que en junio se levanta para regocijo de los sibaritas locales y extranjeros que pueden saborearla en cualquier estilo, en la playa, en la terraza o en una elegante mesa de caoba a un precio muy bajo. Igualmente se prepara un ceviche con estos dos productos además de pescado.

Estando en Belice no puede dejar de probarse el pollo al curry (Chicken Curry), guiso que trajeron los inmigrantes de la India en el siglo XIX y que gustó tanto que se ha convertido en uno de los favoritos de las cocinas beliceñas. Hay pocos pero muy buenos restaurantes indios donde se come un Tandoori  o Massala Chicken con un Mango Lassi, bebida de yogurt deliciosa. Estas influencia extranjeras tienen carta de naturalización en Belice al grado de considerarlas nativas. Lo mismo pasa con la tortilla de maíz y la de harina, haciendo que una cocina corozaleña pueda confundirse con una chetumaleña.

La comida libanesa es otra influencia que llegó para quedarse, el Hummus, el Kibi, la Kafta y el Tabule son palabras nada extrañas y puede encontrarse realmente buena comida “árabe” en Belice. Del mismo modo y sin exagerar, es sorprendente encontrar excelentes restaurantes chinos con platillos auténticos, sobre todo si se habla mandarín. Algunos de estos ofrecen algunos días Sushi y otras delicias japonesas para deleite de los comensales. La comunidad china en Belice respalda lo dicho cuando se les ve en las mesas de los varios restaurantes que hay en todo el país.


Entre las entradas, antojitos o entremeses están las tostadas de maíz (Garnaches) a las que algunos ponen Ketchup, los Johnny-Cakes o una orden de empanaditas de cazón (Panades) a las que se viste con cebolla picada mezclada con Habanero, variedad de chile que los beliceños consumen regularmente y que adoran, muy al estilo yucateco también –de hecho debería llamarse chile Yucateco. Pero un desayuno típico beliceño no lo es sin Fry-Jacks con huevo y frijoles. Los platillos exóticos, incluso para Belice son el Hudut, con yuca (Cassava), leche de coco y pescado de la cocina garifuna y el tepescuintle (Gibnut) también conocido como “Royal Rat” porque fue un platillo ofrecido a Elizabeth II cuando visitó Belice. Bon Apetite!.

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martes, 10 de agosto de 2010

Cinco años en Belice

Kayak en Half Moon Caye
Vivir en un lugar distinto al que se nace siempre constituye una experiencia, pero hacerlo en un lugar bonito y paradisiaco resulta ser excelente en la vida de cualquier persona. La vida en Belice puede parecer demasiado tranquila para muchos, incluso tediosa o aburrida, sin embargo existen -como en todo lugar- espacios, rincones y gente que pueden hacer una delicia de la vida en un país pequeño. Conocer los sabores y reconocer aromas y colores de Belice son sólo algunas cosas de lo que puede descubrirse en este secreto lugar.

Pescar es fabuloso en Belice
To live in a differente place of that in which one was born is a experience, but to do it in a nice and pleasant place is an excelent opportunity to anybody's life. To live in Belize, for many people, sometimes seems to be too calm or even boring, but as in any place, there are people and corners and spots that make life a great and delicious one in a small country. To taste flavors and to recognize aromas and colors in Belize are only some things a person can discover in this secret place of the world.

Nadar la transparencia de Sarteneja
Morar em um lugar diferente ao qual se nasceu sempre é uma experiencia, mas ter a oportunidade de viver num paradisiaco e lindo local é realmente ótimo na vida de qualquer pessoa. Para muitos a vida em Belize pode resultar muito tranquila e tediosa, noentanto existem -como em todo local- espacos, becos e gente que podem fazer uma delicia a vida num pais pequeno. Conhecer os savores e reconhecer as cores e os aromas de Belize sao só algumas das coisas a se descubrirem neste secreto lugar do mundo.  



Artículo/Article/Artigo
Conocer "La Joya" centroamericana, una de las mejores experiencias en la vida  (9/ago/10)

45 AÑOS Y SOLO 4 Y MEDIO EN BELICE.

Jorge Luis Hidalgo Castellanos

Los aniversarios son ocasiones para festejar o conmemorar. Personalmente me gustan y los cumpleaños me recuerdan mucho mi infancia, de casquete y pantalones cortos y con mi piñata en forma de cordero casi de tamaño natural. El 13 cumpliré años y habré pasado una novena parte de mi vida en Belice, este pequeño país caribeño ubicado en Centroamérica al que he tenido la oportunidad –como pocos mexicanos- de conocer, descubrir y disfrutar durante  más de 4 años y medio hasta llegar a quererlo.

La primera impresión de Belice la tuve el 1º de febrero de 2006, alrededor del medio día, cuando arribe en un vuelo comercial, después de hacer escala en París y Houston, procedente de Viena. Al abrirse la puerta del avión, sentí en mi asiento de la fila 22 el sopor de 31 °C con una humedad de 90% que por poco me obligan a quitarme el blazer azul marino que traía puesto. Descendí de la aeronave, viendo rápidamente los alrededores de un verde intenso, iluminado por el candente sol, por una escalerilla –no había un ducto especial que me llevará a la terminal- desde la que caminé jalando mi maleta rodante hasta la terminal del pequeño aeropuerto internacional Philip S. Goldson. El corto trayecto hacia la ciudad de Belice fue agradable e inmediatamente me apasioné del río Belice que vi a la derecha de la carretera y que me guió por 5 millas, en la parte más bonita que existe en ella.

Había viajado 14 horas, más 4 de escala y había 7 horas de diferencia (más tarde en Europa) por el huso horario y 45 °C más respecto del momento en que salí, en invierno, de la capital austriaca con 15 ° bajo cero. Estaba cansado, somnoliento, con mi familia muy lejos –incluyendo un nene de un mes- y un calor húmedo y espantoso, que unido a los mosquitos, en conjunto contribuyeron a que no encontrara una ciudad bonita. Me pregunté qué había yo hecho para merecer esto.

Después de 54 meses, con la familia reunida, varios viajes, amigos, libros y otras cosas, entendí porque llegué a Belice, pues haber estado en “la Joya” es una de las mejores experiencias y etapas de mi vida. Aquí se descubre –si uno quiere- algo diferente y no sólo la naturaleza (flora, fauna, lluvia, ríos, mar, arrecife, montaña, selva, fruta, cielo y estrellas –el cielo nocturno del Sureste y de Centroamérica es uno de los más bellos del mundo-), sitios arqueológicos y amigos, sino a uno mismo, porque la reducida población y lo antes descrito favorecen la auto reflexión y la meditación en lo que puede ser una verdadera joya o paraíso terrenal. 

Amigos, de todo tipo y de todo el mundo, no solo beliceños, que ya de por sí son una mezcla de razas; sino europeos, asiáticos, americanos –sudamericanos incluidos-, africanos, de Oceanía y hasta de Yucatán. Ah, la cercanía de la península y la permanente posibilidad de visitar Mérida y mis amigos yucatecos.
Han sido 648 semanas aproximadamente viviendo en Belize City sin extrañar mucho las grandes ciudades, porque en todo caso se tiene cerca también a Miami, Houston, Cancún, San Salvador, Guatemala y Chetumal. Una ventaja es que en Belize City todo está a 10 minutos de distancia en coche, aunque se camina menos que en las ciudades que mencioné.

En Belice he celebrado 5 cumpleaños, en cinco agostos lluviosos; no he perdido esos años, sino que los he ganado; no los deduzco de mi cuenta sino que los sumo a la experiencia para que el bagaje sea mejor, con la esperanza de reflejarlo en mi vida. Belice nos ha dado a mi familia y a mí un cumulo de enseñanzas, sobre todo la posibilidad de crecer en lo personal y de aquilatar el valor de la naturaleza y de la gente, de nosotros mismos. Cómo no hacerlo con los brillantes y somnolientos  amaneceres locales, o al ver una parvada de pericos volando al atardecer, o los saltos de delfines a escasas millas de la costa, las orquídeas negras y heliconias que abundan en Belice, los manatíes en el río que desemboca al mar Caribe, los colibríes, tucanes, carpinteros e infinidad de aves que se posan en mi cerca e incluso los cocodrilos que merodean en los pantanos, sin olvidar las palmeras, los mangos, los chico-zapotes, los mameyes o los Mayflowers. Los amigos, son de verdad y muy cercanos, no esperan nada a cambio y están dispuestos a apoyar, con una sonrisa y los brazos extendidos.

Los aproximadamente 1,620 días que he pasado en Belice han sido pocos para conocer con mayor profundidad este pequeño país, mucho tiempo para hacer mi trabajo, el suficiente para pasarlo con mi familia y con mi esposa, y un remanso en la vorágine de la competencia profesional de la vida actual. 

Pero uno queda prendado de Belice desde que se le ve, al percibir su exuberancia, como cuando se ve a una mujer desconocida atractiva, misteriosa y sensual, pero que se nota alegre, inteligente, ingenua y coqueta a la vez, además de cariñosa . Yo me quedaría toda mi vida con esa mujer y conmemoraría cada año no sólo mi cumpleaños sino haberla conocido. 4 años y medio son pocos. H




Hermoso Cayo beliceño

lunes, 2 de agosto de 2010

Queridos vecinos beliceños

Los vecinos suelen formar parte de la vida personal. Casi nunca los escoge uno y la relacion con ellos es una enseñanza y un aprendizaje contínuo y permanente. Lo mejor es llevarse bien con ellos, para lo cual hay que conocerlos, observarlos y entenderlos, o por lo menos intentarlo, pues no siempre comparten la cultura, el idioma o las costumbres de uno. Belice es vecino de México, uno de los dos que tiene en su frontera sur, el más pequeño y con el que México comparte, entre otras cosas, su fauna, y de ésta las aves, de las que se puede encontrar una gran variedad, como los pájaros carpinteros.

Neighbors are part of the personal life of everybody. They are almost never chosen, but the relationship with them is a permanent lesson and a continuos learning process. That is why having a nice relationship is the best way to deal with neighbors. Due to different culture, language or costumes, it is advisable to know them and to understand them, at least to try it.  Belize is a neighbor of Mexico, one of the two at its Southern border and they share, among other, their fauna, specially a great variety of birds as the woodpeckers, those that you can easily see in the Yucatan Peninsula and Belize.


Os vizinhos sao parte da vida pessoal.  Quasi nunca sao escolhidos, mas a relacao com eles é sempre um aprendizado permanente e continuado que precisa de vontade para compreender-los, entender-los e conhecer-los ou pelo menos tentar tudo isso, devido a que em ocasioes tem diferenca de cultura, de idioma e de costumes. Belize é um dos dois vizinhos que o México tem no sul e com o qual compartilha, entre outras coisas, a fauna e especialmente as aves, como os passaros carpinteiros.


Artículo/Article/Artigo

MIS VECINOS, LOS WOODPECKER.  ( 2 de agosto de 2010)

Jorge Luis Hidalgo Castellanos

Todas las mañanas, sobre todo las de los fines de semana, desde mi ventana o desde el jardín frontal de mi residencia en la ciudad de Belice los veo juntos. Es una familia cuya pequeña casa está frente a la mía, cruzando la calle; una privada en la tranquila urbanización de Bella Vista, que está  a un poco más de dos millas del centro de Belize City, rumbo al norte, por la avenida que forma la carretera que va hacia México. Son los Woodpecker, beliceños  de cepa, que como suele ocurrir en varias parejas, se parecen físicamente entre sí.

Se levantan muy temprano como la mayoría de los beliceños, incluso antes que yo, que suelo abrir los ojos a las 6 de la mañana, por una deformación laboral y no por gusto, aunque es cierto que duermo y despierto a temprana hora, sábados y domingos incluidos.  Al levantarme, a veces voy directo a mi estudio o bajo a la cocina a preparar un espresso que sirva de base a mi versión de café “melange”, con el que me siento a leer los periódicos semanales de Belice, pues no se editan diariamente, y es entonces cuando los escucho, a través de mi ventana, conversar o cantar en su particular y distintivo acento.

Los Woodpecker viven allí no hace mucho y allí tuvieron a su pequeño; me tocó ver todo el proceso de la gestación y cambios en su vida y residencia, pues como dije, está frente a la mía y es de madera, pequeña, redonda y angosta, y queda en alto, a propósito, para evitar inundaciones y los efectos de los huracanes. El siempre está atento a lo que ella quiere y pone atención a todo lo que pasa. Lo he visto defenderla de algunos “pájaros de cuenta” que han tratado de propasarse. Mis vecinos usan colores oscuros, algunas veces negro y otras gris, aunque el blanco no se omite en su indumentaria acebrada, pero la característica que los distingue es que son pelirrojos –ambos- y lo tienen en abundancia, con una especie de copete que me recuerda a Durán Durán o David Bowie. Evidentemente, el pequeño también tiene el copete rojo y es idéntico a su madre.

Los tres me conocen y creo que les agrado –bueno, tampoco tienen opción siendo mis vecinos- y me observan tanto cuanto yo a ellos. El pequeño, que por cierto ha crecido rápidamente, suele asomarse por la ventana o la puerta de su casa, algo que ha heredado o que imita de su mamá, pues es curioso y alegre y seguramente será carpintero igual que su padre, pues muestra, a su temprana edad dotes para ello. Habrá quien diga que es porque su papá labora en casa y es común escucharle martillar o agujerar algún tronco al que da forma.  Me gusta su trabajo porque no le obliga a salir más que lo necesario, trabaja mucho en casa y sale poco de ella; en general los tres son dados a estar juntos, acicalándose y mimándose. Se nota que se aman.
Al fin amigos míos, conservo fotos de los Woodpecker, se las tomé yo mismo en diversas ocasiones desde mi casa o fuera de la suya, posando, jugando o “volando” sin que haya percibido molestia alguna de su parte, pero por supuesto trato de no incomodarlos y respetar su privacidad.

Mis hijos y mi esposa están encantados con los vecinos y estoy seguro de que no podíamos haberlos tenido mejores. Corteses, alegres, trabajadores, tranquilos, amorosos y discretos. Espero que no “emprendan el vuelo” antes que yo, porque me sentiría un poco triste no verlos o escucharlos mientras disfruto mi matinal café en casa, en mi Bella Vista querido, éste fraccionamiento urbano de Belize City que se caracteriza porque además de pocas calles tiene canales que comunican con el mar, al que varios de mis vecinos y amigos salen en sus botes. Es este, un pequeño barrio en el que casi todos los vecinos se conocen entre sí, algo todavía normal en Belice, incluso en su mayor ciudad,  lo que a veces no se aquilata y que las grandes ciudades del mundo han perdido.

Quizá sea yo el que me mude antes de “la Joya” y de mi Bella Vista y entonces serán mis vecinos y amigos los que resientan mi partida. Si así fuera, espero que sus nuevos vecinos los traten bien y eviten que se derribe el tronco de palmera donde cavaron un agujerito para hacer su nido y en el cual han vivido los recientes dos años, procreando y criado a su pequeño. Ese es su hogar, en uno de los mejores sitios de la ciudad, en donde todavía puede convivirse directamente con la naturaleza y con las aves, como mis Woodpecker, los tres pájaros carpinteros (Melanerpes rubricapillus) que han sido mis vecinos en los más recientes años de mi vida en este lindo país. H




The Carpinteros, my Neighbors.(2/ago/10)

By Jorge Luis Hidalgo-Castellanos

Every morning, mainly on weekends, I see them together from my window or from my house’s front garden in Belize City. Their small house is located just if front of mine, across this dead-end street at Bella Vista compound, two miles away of downtown Belize City on the Northern Highway going to Corozal and Mexico. They are the Carpinteros, Belizean to the bone who, as usually happens in couples, they look alike.

They wake up early as most of Belizeans, even before me, who normally open my eyes a 6 o’clock in the morning not because of pleasure, but because of work, although it is true that I going to bed and wake up early, even on Saturday and Sunday. As soon as I get up I am going to my studio or sometimes I go directly to the kitchen downstairs to prepare some espresso for my original version of a good “Mélange” and then I sit on my favorite coach to read the weekly journals since no daily newspapers are published in Belize. Then I can hear them, through the window, “chatting” or singing with their unique and distinctive and melodious accent.

Not long ago, the Carpinteros live in Bella Vista, but they got their pigmy here and I have accompanied the whole process, including expectancy and changes at their life and residence, due to the fact that, as I said, it is just in front of mine; it is a small, round and narrow timber-made home, elevated for avoiding floods and hurricanes effects. He always is taking care of her, looking for what she wants and being aware of everything; I have seen him defending her from threatening “black birds”.

My neighbors normally dress in dark colors, black, gray and always some white; a zebra-like colors coat with a distinctive feature; they are red-hairy, both of them with dense crest that reminds me Duran Duran or David Bowie in the 80’s. Of course, the little one is red-hairy and looks like mom.

The three Carpinteros recognize me I think they like me, well they don’t have any option being their neighbor; they watch me as much as I do. The little one, who has grown fast, likes to watch through “the window or the door ” something that seems to be coming from his mother side, because he is curious and joyful, but I have no doubt that he will be a carpenter just as his dad since he already is showing some skills. Some can say that it is because his dad works at home, hammering and making holes on the wood; I don’t know, but I like his job because he only leaves home for a while and that’s enough; he works a lot at home. Indeed, the three family members like to be together, at home caring by themselves. It is evident that they love each other.

As friends of mine I have some pictures that I took in different opportunities outside, in front of their house or from mine’s. In some photos they are posing as models, in other playing, or just “flying” out to get some food. Never had they showed any discomfort to be portrayed by me and I believe it is as a result of the respect I have for their privacy.

My children and my wife are happy with our neighbors and I do think we could not have them better. They are polite, happy, hardworking, easygoing, loving and discreet. I hope they won’t “fly” before us, because in that case I will feel a bit sad when I don’t see or hear them while I taste my morning coffee at home, in my dear Bella Vista, this urban compound at Belize City, which has not only streets but water canals for going to the sea in a boat. This is a small neighborhood where most people know each other, something still common in Belize even –even at the biggest city-; something metropolis in other countries already lost.

Perhaps, I am going to move from the Jewel before, from my Bella Vista, and in this case my friends and neighbors will feel my departure. If so, I expect that their new neighbors be good and take care of them, and mostly that they avoid to cut down the Coconut Palm-Tree trunk in which they dig a hole to establish their nest where they had lived these last two years and where they procreated and raised their pigmy. This is their home, in one of the best places in town, where in our days people still can share time with the nature and with birds, as my Carpinteros, the three Woodpeckers (Melanerpes rubricapillus) who have been my neighbors during the most recent years of my life in this beautiful country.

Published on Monday, August 2, 2010 under the title "Mis vecinos, los Woodpecker" at the Column DESDE BELICE in Diario de Yucatan, Leading daily newspaper from Mérida, Yuc. Mexico.

Derechos Reservados/Copyright 2010.  Text & Photos: Hidalgo