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Tarde en Belice, en compañía de la mujer de piedra (15/nov/10) XUNANTUNICH
Estabamos en San José Succotz, un pueblito en el distrito de Cayo a unos cuantos minutos de la frontera con Guatemala y había que cruzar el río Mopán en un puente flotante o ferry cuya plataforma unida a un cable de acero avanza al darle vuelta a las dos manivelas de un crank; en un principio a mis amigos les daba un poco de miedo y a la vez les emocionaba, pero después de haber cruzado el río solo permanecía la emoción y la curiosidad, así que nos subimos a la camioneta de doble tracción para llegar rápido –pues era tarde- y poder ver todavía el esplendor de la mujer de piedra que se encontraba arriba, en la colina.
Ante nuestros ojos apareció Xunantunich (Stone Woman o Stone Maiden), una de las tantas zonas arqueológicas que hay en Belice; sin embargo ésta ofrece varias cosas en sus más de 2.5 kilometros cuadrados que la hacen unica. “El Castillo” con sus 40 metros de altura es la estructura maya hasta ahora conocida en este país más alta después de la de Caracol, zona vecina que no es tan accesible como Xunantunich. Desde la cúspide de esa piramide uno puede ver toda el área y apreciar la selva beliceña y parte de la guatemalteca, la del Petén. El paso del Mopán a través de un Ferry que funciona con un crank manual y en el que cabe solamente un vehículo da un toque de aventura y permite conocer la tecnología usada en el pasado para sortear los innumerables cauces fluviales beliceños. Actualmente todavía pueden encontrarse funcionando varios de estos vados en Belice, del norte al sur.
Como la mayoría de las ruinas arqueológicas, Xunantunich es un nombre en maya adjudicado en los tiempos recientes debido a que el antiguo y original se desconoce. Proviene de una leyenda que se cuenta, desde fines del siglo XIX en San José Succotz y en San Ignacio, acerca de una mujer vestida de blanco con ojos que parecen llamas que se aparece entre las pirámides y sube la escalinata de El Castillo para desaparecer arriba.
Xunantunich parece haber sido construido en el periodo clásico, entre los siglos II y IX A.C. Cuenta con 6 plazas con más de 26 templos y palacios, entre los que destaca El Castillo, que habría sido erigido en varias etapas posteriormente, entre los siglos VII al IX de nuestra era, no sólo por su altura sino por el friso de estuco –ubicado en su parte superior, ahora restaurado, sobre todo en su lado oriental- una de las joyas que sorpendió a Thomas Gann, oficial británico que comenzó las exploraciones en 1894 y puso al descubierto gran parte de estas ruinas. A partir de la década de los 30 del siglo XX se realizaron varios proyectos de excavaciones arquológicas para estudiar y ofrecer al público lo que ahora mis amigos y yo observamos, espantándonos los mosquitos y bebiendo agua fresca de nuestras cantimploras, acompañada de Johnnie Cakes que compramos en Santa Elena, el pueblo gemelo de San Ignacio, antes de cruzar el vado de madera sobre el río Macal, que en algún lugar se une con el Mopán para convertirse en el que da nombre al país, el río Belice que atraviesa el territorio nacional para desembocar en Belize City.
Las estelas de Xunantunich, expuestas bajo techo para evitar su deterioro son también parte de los tesoros encontrados en esta área; en una de ellas se ve una figura maya semidesnuda caminando y mirando a la izquierda; pero otra ventaja de visitar Xunantunich, además de tener la posibilidad de ver a la legendaria dama de piedra, es continuar el camino hacia la conocida como “zona de adyacencia” en el occidente –frontera con Guatemala- para internarse una hora en Guatemala y visitar Tikal, otra de las maravillosas zonas sagradas de los mayas, con lo que si se tiene tiempo y se inició el viaje en Yucatán, se tendrá la oportunidad de recorrer y conocer tres países y varias de las más representativas zonas arqueológicas del Mundo Maya.
El misterio de la desaparición de los mayas, por lo menos de los que construyeron y habitaron lo que ahora son ruinas, persiste en Xunantunich, pero se especula que un terremoto en la antiguedad habría hecho que la población se desplazara hacia otras regiones. No hay que olvidar, sin embargo, lo que apuntó uno de mis guías yucatecos cuando los turistas extranjeros le preguntaron en Tulúm –la única zona arqueólogica maya frente al mar Caribe- acerca de lo que había pasado con los mayas, a dónde se fueron: –“seguimos viviendo en Yucatán”, respondió. En Belice, al igual que en Guatemala y otros países centroamericanos continuan viviendo los mayas, descendientes de aquellos grandes astronomos, arquitectos y políticos.
Al atardecer, regresando cansados a nuestra casa de Bella Vista por la carretera occidental, a bordo de nuestro todo terreno pude ver por el espejo retrovisor, a la altura de la recta del Rancho Running W, un rojizo cielo con algunas nubes encima de la oscura vegetación que me hicieron agradecer haber vivido este día junto a la dama de piedra; mis amigos coincidieron.H
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