Natural belleza

Un país pequeño con una gran belleza natural. Es una joya en el hermoso Caribe centroamericano.

A small country with a natural beauty. It is the "Jewel" of the Central-American Caribbean.

Um pequeno pais com uma beleza natural. E mesmo uma joia no formoso Caribe centroamericano.

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es...Belice. IT IS...BELIZE. é...Belize

es...Belice.  IT IS...BELIZE.  é...Belize
Belice (en Centroamérica)

lunes, 10 de mayo de 2010

Artículos de enero a abril de 2010


Esta parte del blog nuestra la manera de ingresar o acceder directamente al Diario de Yucatán y en particular aquí podrá encontrarse los vinculos (links) electrónicos para los artículos de la columna Desde Belice publicados durante los meses de enero a abril de 2010.

Posteriormente, a partir de mayo, la liga será semanalmente colocada en este blog, con algunas fotos adicionales sobre Belice.

This part gives you direct access to the newspaper Diario de Yucatan, where the column Desde Belice is published in a weekly basis. Here you can also find access to each of the articles published from January to April 2010.

Starting May 2010, the link will be posted every week with additional pictures of Belize.
Eis a maneira de ingressar diretamente ao Diario de Yucatan, prestigiado jornal do Suleste do Mexico, assim como os "links" para ler os artigos publicados de Janeiro a Abril de 2010 da coluna DESDE BELIZE.

A partir de maio, o link será atualizado semanalmente, com fotos adicionais a materia que trata cada artigo.

2010
Enero/January/Janeiro

36 horas en la Ciudad Blanca (4/ene/10)


Si bien no soy de Yucatán como me gustaría, soy un mexicano al que le gusta viajar. Siempre que voy a la bella tierra del Mayab, lamento no poder quedarme más tiempo pese a que ese es mi deseo y cada vez que la visito, desde 1987 en que por primera vez lo hice llegando en autobús, encuentro nuevas cosas, descubro más su riqueza cultural y hago más amigos yucatecos.


Quiero compartir con los lectores de El Diario una breve crónica de mi más reciente visita a la capital yucateca, la cual por cierto conmemora el 6 de enero de 2010 su aniversario número 468, pues refleja la amplia gama de actividades que Yucatán ofrece –al forastero y al lugareño- para tan corto tiempo de estancia. Es una maravilla!


En esta ocasión arribé a Mérida a las 12:00 en punto del sábado 12 de diciembre, procedente de Belize City a bordo del todoterreno de mi amigo Domingo, un yucateco de cepa, conocedor de sus costumbres y cultura. Se trataba de aprovechar una escala en la Ciudad Blanca, teniendo como destino final México, para acudir a una cita con mi padre el lunes siguiente. Contaba con 43 horas para disfrutar de Mérida, incluyendo las dedicadas al sueño de dos noches –o para aprovechar la vida nocturna meridana- antes de abordar el vuelo de las 7 de la mañana del día 14, pero 36 horas efectivas.


Me hospedé a propósito en un céntrico hotel de la calle 55, casi al lado de la Iglesia de Santa Lucía, aunque estuve a punto de llegar a El Castellano, el Hyatt o el nuevo Ibis. No me arrepentí, la localización del hotel fue excelente, pues estaba decidido a recorrer el centro histórico y asistir el domingo a escuchar El Mesias con la prestigiada Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) -que gracias a Dios y a quienes la crearon existe para deleite del Sureste de México y de quienes residimos en el más pequeño de los países vecinos. Mérida es pues, un respiro cultural en la bella y tropical naturaleza centroamericana, que debemos aquilatar y aprovechar.


El parque de Santa Lucía me recordó las serenatas de los jueves que pasé alguna vez en Mérida, aunque no existía en ese entonces el Ki´XOCOLATL de al ladito, en el que bebí ahora un delicioso chocolate caliente y compré barras de chocolate elaboradas con exquisitos ingredientes mexicanos con la más pura tradición de Bélgica. Es que Mérida acoge, Me dicen, un buen número de extranjeros que la enriquecen y la proyectan. La plaza conserva la belleza de siempre y la mañana del domingo 13 disfruté en ella, vistiendo una tradicional guayabera y antes del mediodia, de música popular y buen baile con orquesta que de no haber sido por mi interés en ver a Lomonaco interpretando a Handel hubiera disfrutado hasta más tarde.


La comida del sábado fue con mi primo Víctor y su yucateca esposa Graciela en “Los Colonos” del Parque Alemán, lugar recomendable para degustar de manera sencilla parte de la gastronomía y que –noté- sólo cambió el techo de guano por el de concreto en 22 años –la primera vez que comí en él-, como consecuencia de un incendio. Tacos de cochinita, relleno negro, pavo, longaniza y chicharra fueron la introducción culinaria del fin de semana, acompañados de horchata y una reminiscencia de la cervecería local, con forma de botella: una clara y fria Montejo. En el trayecto mi primo me mostró el mercadillo navideño establecido en el remate del Paseo Montejo y algunos modernos centros comerciales. Visitamos –como debe ser- una tienda de guayaberas.


La tarde terminó con un recorrido por el sur del centro de la ciudad que ha pasado –y continúa- por un proceso de remodelacion y conservacion del estilo arquitectónico colonial, en la que visité brevemente la Ermita de Santa Isabel, monumento del siglo XVIII que cuenta con un jardín botánico y era conocida antiguamente como la Ermita de Nuestra Señora del Buen Viaje por estar ubicada en el Camino Real de Campeche. La ermita funciona y está ubicadad en el lado oriente de la calle 66 sur.


Después de un breve descanso en el hotel, decidí recorrer la Plaza Grande –Zócalo para los del centro del país-, disfrutando del sabor de un helado de mamey que compré al pasar por el portal en la afamada y por todos conocida sorbetería Colón. Aprecié la Iglesia Catedral y la Casa Montejo y escuché a músicos que dedicaban melodias a quienes tomaban café, refresco o golosinas en los portales, en una agradable y fresca noche que comenzaba.


Me dirigí entonces al Teatro Daniel Ayala en la calle 60, a media cuadra de la Plaza Grande y que lleva el nombre del más destacado músico sinfonista de Yucatán. El lugar data del siglo XVII y era conocido como el “Cine Principal”, donde otro reconocido artista y titeretero del estado, Wilbert Herrera, presentaba en el marco del Festival Anual de las Artes-Otoño Cultural 2009 “Historias de un Crimen”, una opera-rock-jarana con títeres o guiñoles de su autoría, que recrea legendarias historias sobre Don Lucas de Gálvez y Montes de Oca, gobernador de Yucatán en el siglo XVIII que fue asesinado el 22 de junio de 1792 al salir de palacio. Wilbert tiene 50 años como artista y su trabajo ha sido reconocido por figuras de la talla de Jim Henson, creador de los Muppets, entre otros. El espectáculo gratuito realmente valió la pena y el teatro estaba lleno, pero tuve que salir a las 9 para poder llegar al Teatro Mérida.


El Mérida es un edificio de estilo Art Decó rescatado en el 2000 y que cuenta con tres salas, además de ser sede de la Cineteca estatal que exhibe periodicamente ciclos de cine de arte. En su sala principal presencié, con cierto retraso, la funcion de clausura –ahí me enteré- del XV Festival Internacional de Danza Contemporanea Oc´Ohtic que durante una semana llevó a Mérida compañías de danza de México y de por lo menos 5 países más. El sábado 12 correspondió a la Compagnie Herve Koubi dirigida por él mismo y Guillaume Gabriel complacer al público después de la protocolaria ceremonia de clausura con la presencia de altos funcionarios del estado y del INBA. La compañía francesa presentó un innovador programa que incluyó una singular versión del clásico Copelia (Coppélia, une fiancée aux yeux d´émail…) en la que la protagonista es vista con ojos de “niño mayor” y aparece vestida como una dominatriz, enfundada en ajustado traje de cuero negro y botas altísimas de plataforma y con tacón de aguja en lugar de zapatillas de ballet a la que Frantz, su enamorado, se somete para alcanzarla no sólo a ella sino a todo lo ella le inspira y la rodea. Una excelente versión, que ciertamente rompe el esquema y puede no haber gustado a los tradicionalistas, pero que es muestra de lo vanguardista que Mérida puede ser, en cuanto al arte se refiere.


Despues de un reparador sueño, el domingo 13 tomé el desayuno, a sugerencia y acompañado de Víctor, mi primo, en “Siqueff” restaurante de comida libanesa que se aloja en una colonial casona de la calle 60 y que prepara uno de los mejores y típicos huevos motuleños, quizá de los mejores y hay quien dice que ahí fueron creados. Regresé al hotel para vestirme a rigor –guayabera de manga larga, claro está- y asistir al Peón Contreras, teatro construido en 1908 –y que el gobierno rescató para darle la cara que ahora presenta- a escuchar a las 12 del día El Mesías, oratorio de Handel con la estupenda OSY, bajo la dirección del maestro Juan Carlos Lomonaco y un excelente coro dirigido por Luis Luna y las voces de Claudia Rodríguez, Ma. Eugenia Guerrero, Leonardo Villeda y Carlos Serrano.


Me encontré en la entrada a mi querida amiga Dalila, residente en Europa desde hace décadas, que estaba a compañada de Roberto y otra amiga, yucatecos todos que me invitaron a uno de los mejores lugares del teatro, desde donde disfruté El Mesias, mientras afuera caía un aguacero como los que sólo el Sureste es capaz de ofrecer. Posteriormente, en compañía de mis acompañantes y amigos nos dirigimos por la calle 60 hacia la Plaza Grande, en cuyo recorrido mis amigos comentaron con simpatía, el olor a k´omoh como consecuencia de los deshechos de las parvadas de aves que viven en los arboles y la lluvia que había caido. Conocí el “Nuevo Olimpo”, centro cultural de primer nivel que presenta muestras de artes plásticas y música, entre otras actividades. El almuerzo tardío lo hicimos en el hotel-boutique “Casa Lucía”, frente a la plaza de la santa del mismo nombre, donde además de los papadzules, nos bebimos un buen café.


El tiempo aún me alcanzaba para conocer la plaza de toros y mis amigos me dieron la botada al coso de Reforma, pues no quería perderme la primera corrida de la temporada, cuyo cartel incluía los mexicanos Octavio Sánchez “El Payo” y Arturo Macías “El Cejas”, además del español Morenito de Aranda, quienes se enfrentaron sin mucha suerte a toros de “Doña Celia Barbabosa”, con el apoyo de una simpática y animada afición que otorgó algunas orejas. Me tocó, pues llegué tarde, un lugar en sol, pero con la ventaja que de que habiendo sido un día nublado y la lluvia del mediodia hizo que refrescara la tarde.


Después de los toros, me trasladé a la casa de unos amigos en Monte Cristo, en el norte de la ciudad, para saludarles y compartir los festejos de las Bodas de Oro de sus padres, de manera que pude comer Relleno Negro y Cochinita Pibil con un buen vino tinto y cantando acompañados por una guitarra, lo que tuve que dejar a medias antes de las 10 de la noche pues todavía quise llegar a la tienda de Euan, en la 62 casi frente al Teatro Mérida a comprarme unas guayaberas de manufactura local, tan necesarias en Belice, pues ya que no tengo obligación de usar corbata y traje en mi oficina aprovecho para vestir la comoda y fresca prenda típica de Yucatán.


36 horas efectivas bastaron para poder hacer lo que describí y no pude hacer más porque había que preparse para la partida que me obligaba a dejar mi hotel en la madrugada (5:30 am) para no molestar a los empleados de Volaris, aerolinea, por cierto, de buena calidad y que cumple las garantías que ofrece, puesto que al final la salida se retrasó una hora debido a la neblina y me abonaron 850 pesos para un próximo viaje, que espero sea para retornar a Mérida una vez más. Ojalá muy pronto. H

El vecino desconocido no difiere tanto de nosotros (11/ene/10)

EL VECINO DESCONOCIDO.
A los mexicanos en general nos es familiar el nombre de Belice; todos sabemos que es un país con el que el nuestro tiene frontera en la parte sur, así nos los han enseñado en las clases de geografía desde hace por lo menos 30 años. Algunos saben algo más de esa nación e incluso que era una colonia inglesa y que obtuvo su independencia hace no mucho tiempo. La inmensa mayoría, sin embargo, nunca hemos estado en Belice y lo desconocemos a grado tal que hay quienes creen –no muchos, afortunadamente- que es una isla del Caribe.

En efecto, Belice es más caribeño que centroamericano y más anglosajón que latino, a pesar de estar en la parte central del continente y formar parte del istmo, pero no es una isla; ello es resultado de su historia y del aislamiento en el que hasta hace poco se encontraba provocado de forma deliberada o involuntaria por sus propios habitantes y los de los países de la región, con la excepción –quizá- de los guatemaltecos debido al añejo diferendo territorial que sostienen.

Más allá de saber que es un pequeño país vecino, lo cierto es que en México se desconoce a Belice y a los beliceños. Pero tampoco es la excepción, porque estrictamente hablando tampoco se conoce a los otros dos vecinos –EE UU y Guatemala- aunque por supuesto, la relación con EE UU tiene larga historia y la influencia del gigante del norte está en casi todo aspecto de nuestra vida diaria, incluyendo las remesas de nuestros paisanos, y por ello lo tenemos más presente. Lo más desconcertante es darse cuenta que los estados del Sureste en general –con los que comparte tanto- y Quintana Roo en particular, cuya ciudad capital dista 10 minutos de la frontera, también tiene escaso conocimiento del país con el que hace frontera.

Como esta columna del Diario se escribe Desde Belice, creemos necesario hacer una breve descripción de ese país para ubicar mejor al lector y que las próximas entregas sea dedicadas a dar cuenta de otros aspectos interesantes de la nación vecina que queda solamente a escasas dos horas y media de los límites del sur de Yucatán y con el que le unen lazos de sangre, tradiciones y cultura en general, que ya describiremos.

Belice es un país que siendo colonia del Reino Unido de la Gran Bretaña se llamaba Honduras Británica. Su principal ciudad se llamaba Belice, al igual que el principal río del país que lo recorre de occidente a oriente y desemboca en el mar Caribe, precisamente en el área donde se asentó dicha ciudad, su capital durante mucho tiempo. En la década de los 70, los colonos lograron que el nombre del país cambiara, a pesar de seguir siendo una colonia británica, para llamarse Belice (Belize en inglés). El 21 de septiembre de 1981, Belice consiguió su independencia y se constituyó en una democracia parlamentaria basada en el sistema de Westminster, miembro de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth), antes Mancomunidad Británica de Naciones. A diferencia de México y del resto de los países de la región –en su parte continental- no tiene un sistema político presidencial ni se elige directamente a sus Jefes de Estado y de Gobierno, sino que el partido que obtiene la mayoría de los escaños de diputados en las elecciones generales conforma un gobierno encabezado por el líder de dicho partido –siempre y cuando también haya ganado la curul en su respectivo distrito electoral- quien asume la posición de Primer Ministro (Jefe de Gobierno). El gobierno se compone de varios ministerios que integran un Gabinete, que es designado por el Gobernador General (Jefe de Estado) de Belice a propuesta del Primer Ministro. El Gobernador General es un ciudadano beliceño nombrado por la Reina británica, todavía la soberana de este país, misma cuyo retrato aparece en todos los billetes y monedas locales.

Políticamente existe la división tripartita de poderes y el Parlamento de Belice (Asamblea Nacional) cuenta con dos cámaras como el Congreso mexicano, de las cuales solamente la de Diputados (House of Representatives) es elegida mediante voto directo, con excepción de quien la preside, cargo que normalmente recae en una persona afín al partido que obtiene la mayoría de la Cámara. Actualmente el país se divide en 31 divisiones electorales, con lo que existe otro tanto de escaños, más el presidente de la Cámara baja. El Senado es la segunda cámara parlamentaria del poder legislativo de Belice y se compone de 12 miembros, más su presidente, que al igual que con los diputados le corresponde al partido mayoritario. Sin embargo, los senadores no son electos directamente por la ciudadanía sino que son seleccionados por los partidos y grupos de interés como las iglesias, el sector privado y los sindicatos.

Todos los miembros del gabinete deben pertenecer al Parlamento, ya sean diputados o senadores, lo que hace que casi la mitad de los diputados sean también ministros y detenten en muchos de los casos más de una cartera ministerial, como es el caso del Ministro de Asuntos Exteriores y Comercio Exterior quien además es el Procurador General. Lo mismo pasa con Turismo, Aviación Civil y Cultura o con el titular de Servicios Públicos, Transporte, Comunicaciones y Gestión de Desastres. Esta si es una diferencia con nuestro país puesto que en Belice se puede ser miembro de dos poderes al mismo tiempo; cosas del sistema parlamentario.

Llama la atención lo pequeño de los poderes Ejecutivo y Legislativo, pero ello se explica con el número de habitantes que se dice hay en Belice: alrededor de 350 mil habitantes y Belize City, la mayor ciudad, tiene 75 mil personas aproximadamente. Es decir, el número de representantes políticos es proporcional a la población, si bien, como el censo de este año lo reflejará, la cantidad real de habitantes en todo el país sobrepasa el medio millón; la mitad de la que existe sólo en Mérida. Belice es pues, el país centroamericano con menor población en una extensión territorial de casi 23 mil km², o sea casi el tamaño que tiene el estado de Tabasco. Si se considera estos dos datos resulta que Belice cuenta con bastante terreno, además de un largo litoral.

Con México, Belice comparte una frontera terrestre de 150 km de extensión, en su mayor parte con el estado de Quintana Roo y limitado naturalmente por el rio Hondo y el arroyo Azul. Una pequeña parte colinda con Campeche, en el ángulo superior que hace con Guatemala. Además, compartimos la bahía de Chetumal, un área rica en biodiversidad con flora y fauna endémicas pero con aguas rasas que no permiten la navegación de buques de gran calado. La frontera marítima cruza casi horizontalmente la bahía y evita el acceso desde territorio mexicano al mar Caribe, lo que no evita a las naves mexicanas navegar puesto que tienen derecho de paso ad perpetuam en virtud de un acuerdo bilateral vigente desde finales del siglo XIX.

Posteriormente nos referiremos otros aspectos de Belice, por ahora los datos mencionados son suficientes y no pretenden nada más que coadyuvar a facilitar el conocimiento de un vecino próximo a Yucatán, bajo la premisa de que ello permite comprenderlo para tener una relación amistosa y de cooperación. Yucatán ha tenido y tiene una fuerte presencia en Belice y ahí reside la importancia de que lo conozcamos mejor. Debemos evitar algo similar a lo que Alan Riding tituló Vecinos Distantes, relacionado con nuestro vecino del norte, puesto que en el sur, si bien Belice puede ser todavía el vecino desconocido, no es tan distante y tiene más similitudes con nosotros que diferencias. Los beliceños así lo piensan.H
Blue Moon y su influencia en el frio tropical (18/ene/10)

BLUE MOON Y EL FRIO TROPICAL.
El trópico también puede ser frío; eso lo sabe todo yucateco, pues los nortes son frecuentes en el invierno y la temperatura cae incluso en las tórridas latitudes del Mayab. Los primeros días de enero de 2010 han sido particularmente fríos –helados dijeran algunos- no solamente en la península sino también en Belice.

En Belice hay quienes creen que se debe a la Luna Azul (Blue Moon) que caracterizó la Nochevieja, es decir, la última noche de 2009. Se conoce como luna azul a la 2ª luna de un mes o la 13ª luna llena del año, cosa inusual, pero no rara, que acontece más o menos cada 2 años y medio y que rompe la regla de tener una luna llena cada mes. Lo interesante del caso es que además, tener luna azul en diciembre sucede cada 19 años aproximadamente por lo que la próxima se verá en 2028. Algunas personas creen que ese fenómeno astronómico afecta el clima, entre otras cosas. La verdad es que si bien la luna sí tiene efectos en nuestro planeta, el tiempo helado tiene una explicación meteorológica y ha sido el resultado de un “bloqueo” producido por severas corrientes y frentes fríos que han afectado todo el hemisferio norte del planeta.

Desde el primer día del año, Belice ha experimentado uno de los más fríos inviernos, con temperaturas que han descendido hasta casi 10 grados centígrados, con una humedad de 85 por ciento. El Año Nuevo fue lluvioso y con vientos propios de una tempestad. Los Santos Reyes, que sólo los mexicanos festejamos en Belice, puesto que a los niños beliceños les trae regalos Santa Clós, llegaron con clima frío, el cual se prolongó hasta estos días y llegó a registrarse una temperatura de 11 grados en las montañas y 13 en la costa, sintiéndose, debido a la alta humedad, por lo menos 5 grado centígrados menos; aparecen entonces las chamarras, los chalecos y los suéteres.

Belice es un país cuyo clima, ya lo hemos dicho en previos artículos, es muy similar al del Sureste de la República, con un promedio de 30 grados y una humedad muy alta, sobre todo en la ciudad de Belice; consecuencia no sólo de su ubicación costera sino a que está construida en una zona pantanosa en el delta del río Belice –que en la ciudad se conoce como Haulover Creek- (FOTO) y por si fuera poco, a un pie abajo del nivel del mar, aproximadamente. Por fortuna, la brisa del mar Caribe refresca la ciudad y hace la vida “más sabrosa” como debe ser en el mar, pero no evita una transpiración constante y permanente que por otra parte evita la resequedad de la piel –hay que encontrarle lo positivo-.

La mayor parte del país es de tierras bajas y planas, pantanosas, con una zona montañosa –la llamada cordillera maya (Maya Mountains)- que desciende desde el centro de Belice hasta el río Sarstún en el sur, colindando con Guatemala y muy cerca de Honduras, en el Golfo del mismo nombre. Esta parte es territorio selvático con vastos y profundos ríos, por lo que el agua es lo que no falta en nuestro vecino del sur, tanta que el riesgo es que haya inundaciones, igual que en Tabasco, estado que tiene casi el mismo tamaño de Belice, por cierto.

El país cuenta en su litoral, de norte a sur (298 km), con el segundo mayor arrecife coralino del mundo, mismo que comparte con nuestro Caribe, Guatemala y Honduras; todos conforman lo que se conoce como Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM) con una extensión de casi mil km. El arrecife, a lo largo de los siglos, ha detenido el oleaje que transforma las rocas en arena para formar las playas, por lo que es increíble ver que en la ciudad de Belice y en general en el 75 por ciento del litoral beliceño no hay playas. Los beliceños y los turistas que quieren ir a la playa viajan a San Pedro –la isla bonita- en Cayo Ambergris, Placencia, en el sur, o a los cientos de cayos que existen en Belice. Es decir, Belice sí es un paraíso caribeño, pero pensar en sus playas y hermosas aguas no significa que la ciudad en la que está su único aeropuerto internacional nos permitirá pisarlas en cuanto bajemos del avión o bañarnos en su mar; no, para ello hay que abordar un bote o una avioneta que nos lleve a la playa.

Los manglares propios de la zona en la que se asentó a la ciudad de Belice, naturales en un área arrecifal, obligaron a los colonos ingleses a diseñar un sistema de diques, zanjas y canales que permitiera que las frecuentes inundaciones producto de usuales avenidas del río Belice o las constantes y torrenciales lluvias rápidamente se evacuaran saliendo al mar, pues parte de la ciudad está entre el Haulover Creek y el mar. La ciudad también se lavaba así. Por ello, los ingenieros de la colonia británica hicieron cavar en todas las calles de Belize City zanjas al pie de las casas –la mayoría en palafitos (FOTO) en esa época- o terrenos a los que los pobladores muchas veces arrojaban aguas grises –nada nuevo, dado que en la colonia española se decía “agua va” al arrojar a las calles de nuestras ciudades aguas no tan limpias-. Este, creo, es uno de los mitos que hasta la fecha persisten entre los mexicanos y otros extranjeros que han visitado el lugar, quienes se imaginan que el drenaje de la ciudad va por esos diques al aire libre. Les aseguro que no.

Las aguas negras en la actualidad, sin negar que las aguas marinas estén contaminadas, son depositadas en fosas sépticas y las principales avenidas y calles de Belize City cuentan con aceras que cubren las zanjas haciéndolas invisibles y sirviendo de acueductos. La mayoría de las veces el mar frente a la ciudad se ve oscuro debido a que el río Belice desemboca en él, con dos grandes salidas –en el norte y el sur- en las que arroja lodo y troncos, que acarrea desde las montañas guatemaltecas, atravesando a lo ancho Belice, sobre todo después de intensas lluvias. Ese hecho provoca que el agua dulce y la marina se revuelvan, haciendo el efecto más evidente porque el arrecife y los bancos de arena provocan que las aguas del litoral beliceño sean rasas, tanto como las del litoral yucateco. En cambio, el arrecife en sí es un paraíso para bucear debido a la diversidad de la fauna y flora marinas y su incomparable belleza.

El sistema de diques y zanjas fue usual en las colonias inglesas, lo que se puede apreciar también –y todavía- sobre todo en África o Asia, y en el caso de Belice en todo el territorio, incluyendo en su capital, Belmopan, la cual a pesar de estar en un terreno alto, en plena jungla en el distrito de Cayo, también controla sus aguas pluviales con zanjas que rodean incluso edificios públicos como el palacio legislativo o los ministerios (FOTO). Es cierto que este sistema impresiona al viajero mexicano, pero hay que decir que no sólo sirven para evacuar el agua de la lluvia sino que incluso sirve de protección a las casas o edificios pues los coches difícilmente atraviesan los diques, que forman una especie de foso o trinchera, que periódicamente se limpia y se desazolva. Nada a lo que cualquier residente no se acostumbre pronto y es que Belice es similar a México en muchos aspectos, pero diferente en muchos otros. Es otro país.

Solidaridad: Nuestro profundo pesar y apoyo moral a Haití, hermoso país que tanto ha sufrido históricamente y ahora llora las víctimas del terremoto de la semana pasada.H
Los indios, una comunidad que ha dejado una huella cultural (25/ene/10)

LOS INDIOS DE BELICE.
Nos referíamos en columnas anteriores y someramente a la población de Belice, la cual consta apenas de medio millón de almas, pero que es un crisol de grupos étnicos provenientes de diferentes partes del mundo. Es importante subrayar esto porque en México la mayoría tenemos la impresión de que nuestro pequeño vecino del sur está habitado primordialmente por gente de origen africano, de la parte subsahariana del también conocido como continente negro y, en todo caso por ingleses natos o de ese origen.

La población beliceña, de hecho es lo que en inglés se denomina “melting pot”, es decir la mezcla de varios grupos étnicos en un solo territorio, siendo éstos de origen africano, europeo, americano y asiático. Este último, el de Asia, tiene presencia en Belice básicamente a través de dos ramas: la china –Taiwán y la República Popular- y la india, de la cual referiré algunos datos a continuación.

India, uno de los gigantes de Asia, con más de mil millones de habitantes, sólo detrás de China, cuenta con una diáspora proporcional a su población, principalmente en países de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth) en parte por la afinidad del idioma inglés y el pasado histórico, lo que incluso ha hecho que su gobierno cuente con un Ministerio de Asuntos Indios en el Extranjero. Periódicas oleadas de indios, no todos de religión hindú, por lo que no les puedo llamar hindúes, se trasladaron o fueron obligados a hacerlo por los colonizadores del imperio a varias de las ex colonias británicas ubicadas en el Caribe, incluyendo las que no eran islas como Honduras Británica y Guyana Británica, hoy Belice y Guyana, respectivamente. La asimilación a estas tierras fue inmediata debido, en cierta medida, a que la mayoría de los migrantes que no lo eran se convirtieron al cristianismo, con lo que se asimilaron a un grado tal que en Guyana han ocupado cargos políticos de importancia como el de Presidente o Primer Ministro y su población actual es mayoritariamente de ese origen.

En Belice la comunidad india no ha sido estudiada realmente como en Guyana, Suriname o Trinidad y Tobago, y los indios –llamados originalmente “East Indians” para diferenciarlos de los amerindios- no han tenido un desarrollo considerable, si bien representan aproximadamente el 7 por ciento de la población total del país. Se localizan en todo el territorio, pero principalmente en Corozal, la ciudad de Belice y en el sur. La vida urbana les ha favorecido para dedicarse a diversas actividades comerciales, entre ellas la venta de ropa, textiles, abarrotes y electrónicos, mientras que en el campo se dedican al cultivo de caña de azúcar, arroz y banano. Los yucatecos que hayan visitado la Zona Libre de Corozal seguramente los han visto como dependientes o propietarios de varias tiendas, hablando en español además de inglés, kriol, hindi o urdu.

La influencia de los indios es tal que algunos platillos típicos beliceños en el distrito de Toledo, por ejemplo, son en realidad variantes locales de comida india y sazonan su cocina (tacari) con cúrcuma (turmeric hardi), un polvo amarillo proveniente de una raíz que ahora es preparado y vendido por los mayas de la región. En Corozal existe el primero de los museos indios en el mundo occidental. El Dr. Kumar Mahabir, un antropólogo de Trinidad y Tobago que investiga la diáspora india visitó Belice en septiembre de 2009 y encontró que a diferencia de otros países, un buen número de los indios que llegaron a Belice en los siglos pasados… se “acriollaron”, principalmente porque dejaron el hinduismo y adoptaron religiones cristianas, “siendo ahora adventistas, metodistas y anglicanos…” y …“se casaron con gente de otros grupos étnicos, perdiendo su cultura tradicional, pero han conservado su comida (Curry) y observan todavía el Hosay (un desfile de mausoleos coloridos) o la Muharram (festividad islámica que da inicio al año lunar indio) así como los ritos fúnebres como ofrecer alimentos a las almas que se van”.

Según datos de la Biblioteca Nacional de Belice (NLSB, por sus siglas en inglés), los indios emigraron a Belice en dos oleadas a mediados del siglo XIX; la primera procedente de Jamaica en 1857 a donde habían llegado los primeros East Indians en 1938 como fuerza laboral una vez que se abolió la esclavitud en esa parte del mundo. Fueron tres mil indios que arribaron a la otrora Honduras Británica, 382 de los cuales habían nacido en India. La segunda tanda fue de soldados rebeldes con sus familias provenientes desde India en 1858, deportados por el Parlamento británico como consecuencia de lo que se conoce como la Primera Guerra de Independencia india.

El Dr. Mahabir señala que los primeros indios se asentaron en Charlotte Street de Belize City, calle que se conocía como “Coolie Town” en referencia a un despectivo nombre –coolie- que se les daba a los indios e incluso a los chinos, en Honduras Británica y en otras colonias, mismo que fue abolido en Belice mediante una ley, a mediados del siglo XX por su connotación peyorativa y discriminatoria. Muchos de estos inmigrantes fueron víctimas de un huracán que devastó la ciudad el 10 de septiembre de 1931; es el meteoro que más víctimas ha cobrado en la historia de Belice, sumando 2,500 fallecidos. La fecha es ahora un día festivo en Belice que conmemora la Batalla de Cayo San Jorge y debía ser también una fecha trágica, un Memorial Day.

El Cónsul Honorario de India en Belice, Arún Hotchandani, radicado en este lugar hace muchos años es un ejemplo de lo que puede lograr la diáspora india. Es un empresario exitoso que también habla español y junto con su esposa Milan y sus hijos vive en Belize City, ciudad a la que el lunes pasado trajo con el apoyo de su Embajada en México un excelente grupo de danza Kathak.

Según Wikipedia (versión inglesa) “Kathak es la mayor danza clásica del norte de India. El término kathak significa ‘contar una historia’ y se deriva de los dramas dancísticos de la antigua India. Cuando el mecenazgo pasó de los templos a las cortes también cambió el énfasis en historias religiosas de este tipo de danza para ser un baile de entretenimiento. Actualmente, el contar historias casi dejo de existir para darle prioridad a lo dancístico, como una forma abstracta de explorar el ritmo y el movimiento.”

El grupo se presentó el 18 de enero en el Bliss Centre for the Performing Arts en una función única que deleito a quienes tuvimos oportunidad de asistir al evento. Cinco soberbias bailarinas deleitaron a un público ávido aunque poco acostumbrado a ver manifestaciones culturales de lugares tan lejanos, si bien, insisto, la cultura india no es extraña debido a la población y al festejo del Diwali, el año nuevo indio –basado en la luna- que su comunidad festeja anualmente en octubre o noviembre. Fue todo un espectáculo no solamente por los gráciles movimientos de las exponentes con reminiscencias pantomímicas, a través de las cuales realmente contaban historias, sino por el colorido del vestuario y la belleza de las bailarinas, todas ellas universitarias, acompañadas de música basada en percusiones y cánticos. El grupo se presentó también en nuestro país, en la capital y en Monterrey.

Belice es toda una experiencia culturalmente hablando, que desafortunadamente desconocemos en México, la cultura india es sólo una pequeña parte. Mi familia y yo hemos disfrutado de la compañía, vestidos, tradiciones y sobre todo de la deliciosa gastronomía india en casa de amigos como los Chawla o los Hotchandani, por lo que cuando visite usted Belize City le recomiendo que conozca “Sumathi”, un restaurante de comida india localizado en Princess Margaret Drive, en el barrio Kings Park, una avenida costera que le lleva al Instituto de México, le aseguro que le gustará. H
Febrero/February/Fevereiro
Un pequeño país conformado por 6 distritos (1/feb/10)

San Pedro, cerca de México en geografía y corazón (8/feb/10)
Stann Creek, immersion en la exuberante belleza verde (15/feb/10)

Toledo, la "tierra olvidada" del Sur (22/feb/10)


Marzo/March/Marco
El Instituto de México en Belice, bastión del arte (1/mar/10)
Barry Bowen, un caballero beliceño (8/mar/10)

BARRY BOWEN, UN SIR BELICEÑO.
La herencia inglesa en Belice, si bien no tan acentuada como en otras de las ex colonias británicas del Caribe, se siente a través de varias cosas o costumbres que nos recuerdan la conformación histórica de este joven país de Centroamérica y que lo diferencian de sus vecinos, pues dejando aparte el origen indoamericano, todos tienen tradición y cultura españolas.

Una de esas reminiscencias del Reino Unido de la Gran Bretaña en Belice es que, dada su condición de ex colonia que reconoce a la reina Isabel y como miembro de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth), la real Jefa de Estado otorga a los beliceños que se han distinguido por servicios a la nación y a la Corona títulos nobiliarios. Tal es el caso de sir Barry M. Bowen, uno de los tres beliceños –entre ellos un ex Primer Ministro- a los que la Reina confirió el título de Caballero de la Muy Distinguida Orden de San Miguel y San Jorge (Knight Commander of the Most Distinguished Order of St. Michael and St. George), lo cual da derecho a utilizar el título de Sir. Esto en los países con regímenes republicanos, como México, suena a personaje de película o de novela caballeresca, pero en Belice esto es serio y se lleva en serio, a grado tal de que a dichos sires de la Corona se les otorgan prerrogativas y cortesías oficiales.

Sir Bowen falleció el viernes 26 de febrero de 2010 en un accidente aéreo a poco más de 500 metros del pequeño aeropuerto de San Pedro –donde vivía desde hace más de 30 años-, al intentar aterrizar su avión privado. Con él comandando la nave iba una joven familia de profesores estadounidenses y sus dos pequeños que junto con el Sir asistirían a un evento para recaudar fondos para las escuelas que Barry Bowen patrocinaba en Belice. El accidente y en particular el deceso a los 64 años de edad de uno de los hombres más influyentes, exitosos, conocidos y respetados de Belice ha conmocionado al país.

El gobierno organizó un funeral oficial (FOTO) la mañana del martes 2 de marzo en la catedral anglicana de San Juan (FOTO) en Belize City, que tuvo amplia concurrencia: familiares, políticos –incluyendo el Primer Ministro–, empresarios, miembros del cuerpo diplomático amigos, cientos de amigos y la prensa. El cortejo fúnebre fue escoltado por el ejército que disparó salvas y redobló los tambores en duelo en camino hacia el cementerio de Santa Rita en San Ignacio, Cayo, a dos horas de la ciudad donde también descansan los restos de Eric y Emily, sus padres.

Miembro de una familia beliceña de cepa cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII, de aquellos Baymen heroicos que menciona el bello himno nacional de Belice que se entonó en su funeral, Sir Barry Bowen mostró desde joven su carácter, firmeza y visión empresarial cobijado por su padre, el fundador de una pequeña embotelladora y de la cervecería Belikin, nombre de la única cerveza beliceña que se produce en una fábrica de alta tecnología manejada por su hijo Kevin e inaugurada por el Primer Ministro George Price en Ladyville en los 60’s, en las inmediaciones de Belize City y bajo el cuidado de maestros cerveceros alemanes de amplia experiencia. Los mexicanos o extranjeros –incluyendo los de origen germánico y otros de tradición cervecera- que hayan probado alguna de las cervezas Belikin saben que los productos son de calidad y van desde la muy ligera y clara Lighthouse –cuya etiqueta reproduce el faro de la tumba del Barón Bliss, un benefactor inglés que tiene en su honor un día festivo en Belice (9 de marzo)–, la típica Belikin o la excelente Premium, ambas color ambar, hasta las oscuras Stout y Guinnes, fuertes y densos derivados de la malta.

Con el tiempo, Barry se hizo presidente de Bowen & Bowen Ltd., conglomerado que además de la cervecería tiene las embotelladoras de Coca Cola y otros conocidos refrescos de marca internacional, otras bebidas locales y el agua purificada Cristal. Sus inversiones en Belice incluyen concesionarias de automotores, ranchos, ganado, granja y procesadora de camarones, productos alimenticios y restaurantes; era propietario de una buena porción del territorio beliceño. Por cierto, en Gallon Jug, Distrito de Orange Walk, donde estableció Chan Chich, un reputado hotel ecológico y aparte un rancho ganadero que produce carne de buena calidad –hay que probar las hamburguesas en sus restaurantes– no era más que una comarca llena de vegetación, Sir Bowen estableció un pueblito y fundó una primaria de calidad para los hijos de sus trabajadores, en la que hay profesores beliceños y estadounidenses, dos de los cuales perecieron junto a él y cuyo nombre tendrá ahora la escuela. Otra más fue establecida y patrocinada por Bowen & Bowen en San Pedro; es la Island Academy donde tenía lugar el acto recaudador de fondos al que se dirigía Barry el pasado viernes en la tarde y donde le esperaba Lady Dixie, su esposa.

Sir Bowen fue un hombre de negocios beliceño, amante de su país que invirtió en Belice lo que ganó, en empresas donde laboran más de 1,500 personas. Patrocinaba diversos organismos de beneficencia y caridad. Su vida de trabajo arduo y disciplinado y los desafíos, éxitos y descalabros, lo llevaron también a la política donde fue senador en 1998, siempre guiado por los principios sólidos que inculcó a sus hijos: Shelley, Kevin, Michael, Alexander, Dustin y Courtney. Sus nietos, entre ellos, Maya, Ace, Isabelle, Anders, tan parecido físicamente a Sir Bowen y su hermano menor Caden, quizá con el temperamento del Sir –éstos dos últimos compañeros de colegio y amigos de mis hijos son miembros de la generación que tendrá que recibir algún día el legado del abuelo y hacerlo crecer para beneplácito de Barry, quien desde donde esté seguirá de cerca la saga familiar. !Que así sea! Desde aquí brindamos por usted, por supuesto con una Belikin de barril !Salud Caballero!H

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Paseo por el Arbol Retorcido (22/mar/10)

CROOKED TREE.
La vida silvestre en Belice es un bien común y público que se preserva gracias a la labor de organismos como la Belize Audubon Society (BAS) que cuidan de las reservas y áreas destinadas a conservar la vasta fauna y flora local. Una de ellas es el santuario de Crooked Tree ubicado a unos 40 minutos de la ciudad de Belice, por la carretera del norte, rumbo a la frontera con México. Una vez en la desviación se toma un camino de terraceria de unos 4 km que ya da visos de aventura al visitante con los zangoloteos y vaivenes del terreno imperfecto del camino en el que se puede ver una señal amarilla que dice: “Precaución, cruce de jaguares” porque en efecto, si se tiene suerte puede uno observar a ese maravilloso e imponente felino que habita estas regiones desde épocas inmemorables y cuya imagen ha estado presente en la cultura local desde tiempo de los mayas. Los margenes de la terracería se cubren de exuberante vegetación que se abre al llegar –en pocos minutos- a la laguna para dejar ver sus aguas dulces y las parvadas de pájaros de diversos colores y tamaños. Por cierto, de marzo a junio casi no llueve y es la mejor temporada para visitar esta zona de humedales pues es cuando no se inunda y las aves arriban desde lugares frios del norte.

Este lugar, considerado por la ley y autoridades de Belice como un santuario de vida silvestre toma su nombre de Crooked Tree (Arbol retorcido), un apacible pueblito del distrito de Belice ubicado en una isla rodeada por las aguas de varias lagunas alimentadas por el arroyo Negro (Black Creek), un afluente del río Belice que desemboca en la ciudad del mismo nombre. En esta aldea existen plantaciones de marañón (Anacardium occidentale), fruta cuya semilla se llama en España anacardo, conocida en México como nuez de la india y que en Brasil –gran productor de esa nuez, de donde es originaria- se denomina castaña de cayú (Castanha de cajú], en portugués, palabra de la que deriva el término en inglés cashew, adoptado en Belice, por provenir del fruto de ese nombre, con forma de pera y parecido a un pimiento morrón o chile dulce, de color amarillo o rojo-anaranjado que en el gigante sudamericano suele licuarse con agua y azúcar para preparar un agua fresca o refresco natural de sabor fuerte, que agarra la boca, dulzón y a la vez insipido. Crooked Tree es el mayor productor de nuez de la india (Cashew Nut) en Belice, a grado tal que se organiza una feria de la nuez de la india o de cajú (Cashew Fair) a principios de mayo de cada año donde presenta varios productos derivados del fruto, incluyendo un licor que llaman vino de marañón (Cashew Wine), que es más bien un aguardiente –tal como se le llama en Mozambique una de las ex colonias portuguesas a las que se llevó el cajú desde sudamérica.

Sin embargo, Crooked Tree es más conocido por la cantidad de aves que tiene y que reconocen los observadores y ornitólogos en todo el mundo, pues su diversidad incluye al famoso jabirú gran ave que cuando tiene las alas abiertas alcanza los 3 m de longitud, de pico alargado, plumaje blanco con pescuezo y cabeza negros y un collar rojo encendido que cae en el pecho. Es impresionante verlo volar, ¡parece un aeroplano! Un pájaro singular que suele estar lejos de los humanos pescando en la laguna como lo hacen las garzas blancas, azules, tricolores y los cocitos (ibis), de las cuales uno también encuentra varios ejemplares en este santuario. Un pariente del yabirú aunque de la mitad de su tamaño, es el Galletán (Wood Stork), que si bien no tiene el collar llamativo de su primo, tiene en cambio plumaje negro en el contorno de sus alas, el cual le da al volar la impresión de tener enmarcardas las plumas blancas. Esta ave también puede verse en algunos islotes de la bahía de Chetumal.

Además de las aves acuáticas que se ven por cientos en las diversas lagunas de este santuario, hay que fijarse en otras como los gavilanes (Roadside Hawk), los halcones, los colibríes, los pericos, los pájaros carpintero, los cuervos y los búhos, por mencionar sólo algunos.

Para visitar Crooked Tree y observar las aves no es necesario tener permiso de la BAS, pero sí uno se comporta de manera inapropiada los voluntarios y personal de la ONG que patrulla el santuario pueden llamarle la atención e incluso multarle. A petición de los ecologistas y amantes de las aves se puede, eso sí, organizar un recorrido guiado que permite obervar mejor la fauna local y endémica. Caminar por los senderos establecidos que evitan toparse con algún cocodrilo en las partes anegadas, gracias a puentes de madera y vados instalados por la BAS, lo hace a uno sentirse en un safari o viaje de exploración en la selva cruzando puentes colgantes y admirando además la flora local, entre cuyos especímenes pueden encontrarse palmeras, orquideas, pitahayas, árbol bala –el verdadero crooked tree- y palo de Campeche (de tinte, Logwood) el legendario árbol que explotaron los primeros pobladores de Belice en el siglo XVIII y que precedió a la explotación de otro, el del chicle que da un sabroso y ducle fruto, el chicozapote.

Pero aunque sea una reserva, los visitantes pueden tomar alimentos o bebidas en uno de los escasos resorts de buen nivel que hay a la orilla de la laguna, donde incluso pueden pernoctar para disfrutar tranquilamente de la observación de las aves y su hábitat en general, una experiencia única para quien ama la naturaleza.

La BAS tiene justo a la entrada de Crooked Tree, una vez pasando la laguna, un centro informativo de primera –considerando las limitaciones financieras- construido sobre palafitos, faltaba más si se está en Belice y en un maravilloso humedal, con explicaciones sobre la fauna y flora locales, donde tambien se venden libros y manuales de aves que vale la pena llevar cuando se visita Belice, como el “Birds of Belize” de H. Lee Jones con ilustraciones de Dana Gardner. Vale la pena tener uno de esos libros, además de binoculares y cámara fotográfica cuando lo visite, pues podría ser que sea la primera y última vez que observe –y llegue a fotografiar- un ave en particular, a menos, claro está, que usted viva en Belice y sea ávido y disciplinado observador de aves. Recuerde conducir con cuidado en este lugar y a baja velocidad, pues puede encontrarse un jaguar entre los árboles retorcidos.H

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Abril/April/Abril
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UN PAIS COLOR DE ROSA.
En los primaverales meses de abril y mayo que es parte de la temporada seca del trópico centroamericano –pues la región sólo maneja dos estaciones: la de lluvias (invierno) y la de secas (verano)- el territorio beliceño, en su mayoría rural y selvático, se pinta literalmente de color de rosa por los innumerables arboles que florecen con esa pigmentación a lo largo y ancho del pequeño país. Ese color puede aplicarse no sólo a la vegetación de la época sino a la gente de estos rumbos: amable, tranquila, alegre, ingenua y apacible, igual que su ritmo de vida. Es la vie en rose tropical.


En realidad, el rosa ya pinta desde el Sureste mexicano y antes de cruzar la frontera con Belice uno se encuentra con hileras de un árbol rosáceo en los camellones o aceras de Chetumal y en el paisaje general al que se le denomina Roble y en El Salvador se conoce como Roble de la sabana o Maquilishuat (Tabebuia rosea), su árbol nacional. En Belice es llamado Mayflower Tree, porque suele florear en mayo, aunque desde abril ya se ven muchos adornando la jungla. En efecto este árbol pierde todas sus hojas verdes y se llena de flores color de rosa luciendo un follaje único que contrasta con el verde tierno de otros arboles que retoñan después del invierno, del verde fuerte que caracteriza a las palmeras, pinos y otras plantas de la región y del marrón que dejan la quemazón que todavía se acostumbra para desmontar terrenos y que llegan a afectar la vegetación nacional, con una tierra tan pródiga que casi al día siguiente de haberse incendiado y dejado negro el suelo, surgen los retoños de un zacate que se niega a desaparecer.


Dicen en Belice que este roble fue traído de Europa hace siglos por los colonos británicos para adornar sus patios y ciudades, pero seguramente se esparcieron las semillas desde los galeones y buques europeos puesto que hoy en día se encuentran en todo el país; según la botánica se trata de variedades diferentes pues el también conocido como May Tree, Hawthorn o Judas Tree –porque en uno de ellos se habría colgado Judas Iscariote- que florea en mayo en el viejo continente tiene otro nombre científico (Crataegus mongyna), y existe con flores blancas. En Inglaterra las flores del May Tree a las que se les llama “Reinas de mayo” suelen comerse en ensaladas. De cualquier manera ambos son arboles preciosos.


Típicos y viejos Mayflower Trees se encuentran en la calle Freetown, casi esquina con Cinderella Plaza –donde hay un sitio de taxis- como para hacer comparsa al vestido rosa de la Cenicienta que da nombre al lugar, y en la entrada a la ciudad de Belice por la carretera del norte que viene de México; pero hermosos ejemplares pueden apreciarse a lo largo de toda la Northern Highway desde Corozal, pasando por Orange Walk y sobre todo en el tramo que va del aeropuerto internacional al centro de la antigua capital. En el punto más occidental de la frontera de Belice con México, en Blue Creek –tierras de Menonitas- también se ven en abundancia los maquilishuat bordeando el arroyo Azul, una de nuestra fronteras naturales que tiene en lado mexicano al poblado de La Unión.


Otro árbol con flores rosas que se encuentra en su máximo esplendor en abril y mayo es el Bukut (Cassia grandis) –que comparte el nombre con una danza ritual senegalesa (Boukout)- conocido en otros países como Carao, sólo que éste mantiene las hojas verdes y sus flores son pequeñas y de un tono más encendido que las del Mayflower Tree, además de ser un árbol más alto, de 20 m en promedio y con tronco delgado y claro. El Bukut da un fruto en forma de vaina –parecido al del flamboyán- con efectos curativos contra la anemia y la impotencia, además de ser laxante.


El paisaje beliceño usualmente verde, en abril y mayo se ve color de rosa y no es exageración. En estos meses del verano beliceño, de norte a sur y de oriente a occidente, Belice es un país color de rosa, como los caracoles de su mar y como el espíritu de sus habitantes. Sólo hay que observarlo con detenimiento y con amor, como a su gente.H


Que disfruten la lectura. Enjoy the articles! Curtam as materias!

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