Natural belleza

Un país pequeño con una gran belleza natural. Es una joya en el hermoso Caribe centroamericano.

A small country with a natural beauty. It is the "Jewel" of the Central-American Caribbean.

Um pequeno pais com uma beleza natural. E mesmo uma joia no formoso Caribe centroamericano.

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Belice (en Centroamérica)

lunes, 19 de marzo de 2012


36 HORAS EN LA CIUDAD BLANCA

Si bien no soy de Yucatán como me gustaría, soy un mexicano al que le gusta viajar. Siempre que voy a la bella tierra del Mayab, lamento no poder quedarme más tiempo pese a que ese es mi deseo y cada vez que la visito, desde 1987 en que por primera vez lo hice llegando en autobús, encuentro nuevas cosas, descubro más su riqueza cultural y hago más amigos yucatecos.

Quiero compartir con los lectores de El Diario una breve crónica de mi más reciente visita a la capital yucateca, la cual por cierto conmemora el 6 de enero de 2010 su aniversario número 468, pues refleja la amplia gama de actividades que Yucatán ofrece –al forastero y al lugareño- para tan corto tiempo de estancia. Es una maravilla!

En esta ocasión arribé a Mérida a las 12:00 en punto del sábado 12 de diciembre, procedente de Belize City a bordo del todoterreno de mi amigo Domingo, un yucateco de cepa, conocedor de sus costumbres y cultura. Se trataba de aprovechar una escala en la Ciudad Blanca, teniendo como destino final México, para acudir a una cita con mi padre el lunes siguiente. Contaba con 43 horas para disfrutar de Mérida, incluyendo las dedicadas al sueño de dos noches –o para aprovechar la vida nocturna meridana- antes de abordar el vuelo de las 7 de la mañana del día 14, pero 36 horas efectivas.
 Me hospedé a propósito en un céntrico hotel de la calle 55, casi al lado de la Iglesia de Santa Lucía, aunque estuve a punto de llegar a El Castellano, el Hyatt o el nuevo Ibis. No me arrepentí, la localización del hotel fue excelente, pues estaba decidido a recorrer el centro histórico y asistir el domingo a escuchar El Mesias con la prestigiada Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) -que gracias a Dios y a quienes la crearon existe para deleite del Sureste de México y de quienes residimos en el más pequeño de los países vecinos. Mérida es pues, un respiro cultural en la bella y tropical naturaleza centroamericana, que debemos aquilatar y aprovechar.

El parque de Santa Lucía me recordó las serenatas de los jueves que pasé alguna vez en Mérida, aunque no existía en ese entonces el Ki´XOCOLATL de al ladito, en el que bebí ahora un delicioso chocolate caliente y compré barras de chocolate elaboradas con exquisitos ingredientes mexicanos con la más pura tradición de Bélgica. Es que Mérida acoge, Me dicen, un buen número de extranjeros que la enriquecen y la proyectan. La plaza conserva la belleza de siempre y la mañana del domingo 13 disfruté en ella, vistiendo una tradicional guayabera y antes del mediodia, de música popular y buen baile con orquesta que de no haber sido por mi interés en ver a Lomonaco interpretando a Handel hubiera disfrutado hasta más tarde.

La comida del sábado fue con mi primo Víctor y su yucateca esposa Graciela en “Los Colonos” del Parque Alemán, lugar recomendable para degustar de manera sencilla parte de la gastronomía y que –noté- sólo cambió el techo de guano por el de concreto en 22 años –la primera vez que comí en él-, como consecuencia de un incendio. Tacos de cochinita, relleno negro, pavo, longaniza y chicharra fueron la introducción culinaria del fin de semana, acompañados de horchata y una reminiscencia de la cervecería local, con forma de botella: una clara y fria Montejo. En el trayecto mi primo me mostró el mercadillo navideño establecido en el remate del Paseo Montejo y algunos modernos centros comerciales. Visitamos –como debe ser- una tienda de guayaberas.

La tarde terminó con un recorrido por el sur del centro de la ciudad que ha pasado –y continúa- por un proceso de remodelacion y conservacion del estilo arquitectónico colonial, en la que visité brevemente la Ermita de Santa Isabel, monumento del siglo XVIII que cuenta con un jardín botánico y era conocida antiguamente como la Ermita de Nuestra Señora del Buen Viaje por estar ubicada en el Camino Real de Campeche. La ermita funciona y está ubicadad en el lado oriente de la calle 66 sur.

Después de un breve descanso en el hotel, decidí recorrer la Plaza Grande –Zócalo para los del centro del país-, disfrutando del sabor de un helado de mamey que compré al pasar por el portal en la afamada y por todos conocida sorbetería Colón. Aprecié la Iglesia Catedral y la Casa Montejo y escuché a músicos que dedicaban melodias a quienes tomaban café, refresco o golosinas en los portales, en una agradable y fresca noche que comenzaba.

Me dirigí entonces al Teatro Daniel Ayala en la calle 60, a media cuadra de la Plaza Grande y que lleva el nombre del más destacado músico sinfonista de Yucatán. El lugar data del siglo XVII y era conocido como el “Cine Principal”, donde otro reconocido artista y titeretero del estado, Wilbert Herrera, presentaba en el marco del Festival Anual de las Artes-Otoño Cultural 2009 “Historias de un Crimen”, una opera-rock-jarana con títeres o guiñoles de su autoría, que recrea legendarias historias sobre Don Lucas de Gálvez y Montes de Oca, gobernador de Yucatán en el siglo XVIII que fue asesinado el 22 de junio de 1792 al salir de palacio. Wilbert tiene 50 años como artista y su trabajo ha sido reconocido por figuras de la talla de Jim Henson, creador de los Muppets, entre otros. El espectáculo gratuito realmente valió la pena y el teatro estaba lleno, pero tuve que salir a las 9 para poder llegar al Teatro Mérida.

El Mérida es un edificio de estilo Art Decó rescatado en el 2000 y que cuenta con tres salas, además de ser sede de la Cineteca estatal que exhibe periodicamente ciclos de cine de arte. En su sala principal presencié, con cierto retraso, la funcion de clausura –ahí me enteré- del XV Festival Internacional de Danza Contemporanea Oc´Ohtic que durante una semana llevó a Mérida compañías de danza de México y de por lo menos 5 países más. El sábado 12 correspondió a la Compagnie Herve Koubi dirigida por él mismo y Guillaume Gabriel complacer al público después de la protocolaria ceremonia de clausura con la presencia de altos funcionarios del estado y del INBA. La compañía francesa presentó un innovador programa que incluyó una singular versión del clásico Copelia (Coppélia, une fiancée aux yeux d´émail…) en la que la protagonista es vista con ojos de “niño mayor” y aparece vestida como una dominatriz, enfundada en ajustado traje de cuero negro y botas altísimas de plataforma y con tacón de aguja en lugar de zapatillas de ballet a la que Frantz, su enamorado, se somete para alcanzarla no sólo a ella sino a todo lo ella le inspira y la rodea. Una excelente versión, que ciertamente rompe el esquema y puede no haber gustado a los tradicionalistas, pero que es muestra de lo vanguardista que Mérida puede ser, en cuanto al arte se refiere.

Despues de un reparador sueño, el domingo 13 tomé el desayuno, a sugerencia y acompañado de Víctor, mi primo, en “Siqueff” restaurante de comida libanesa que se aloja en una colonial casona de la calle 60 y que prepara uno de los mejores y típicos huevos motuleños, quizá de los mejores y hay quien dice que ahí fueron creados. Regresé al hotel para vestirme a rigor –guayabera de manga larga, claro está- y asistir al Peón Contreras, teatro construido en 1908 –y que el gobierno rescató para darle la cara que ahora presenta- a escuchar a las 12 del día El Mesías, oratorio de Handel con la estupenda OSY, bajo la dirección del maestro Juan Carlos Lomonaco y un excelente coro dirigido por Luis Luna y las voces de Claudia Rodríguez, Ma. Eugenia Guerrero, Leonardo Villeda y Carlos Serrano.

Me encontré en la entrada a mi querida amiga Dalila, residente en Europa desde hace décadas, que estaba a compañada de Roberto y otra amiga, yucatecos todos que me invitaron a uno de los mejores lugares del teatro, desde donde disfruté El Mesias, mientras afuera caía un aguacero como los que sólo el Sureste es capaz de ofrecer. Posteriormente, en compañía de mis acompañantes y amigos nos dirigimos por la calle 60 hacia la Plaza Grande, en cuyo recorrido mis amigos comentaron con simpatía, el olor a k´omoh como consecuencia de los deshechos de las parvadas de aves que viven en los arboles y la lluvia que había caido. Conocí el “Nuevo Olimpo”, centro cultural de primer nivel que presenta muestras de artes plásticas y música, entre otras actividades. El almuerzo tardío lo hicimos en el hotel-boutique “Casa Lucía”, frente a la plaza de la santa del mismo nombre, donde además de los papadzules, nos bebimos un buen café.

El tiempo aún me alcanzaba para conocer la plaza de toros y mis amigos me dieron la botada al coso de Reforma, pues no quería perderme la primera corrida de la temporada, cuyo cartel incluía los mexicanos Octavio Sánchez “El Payo” y Arturo Macías “El Cejas”, además del español Morenito de Aranda, quienes se enfrentaron sin mucha suerte a toros de “Doña Celia Barbabosa”, con el apoyo de una simpática y animada afición que otorgó algunas orejas. Me tocó, pues llegué tarde, un lugar en sol, pero con la ventaja que de que habiendo sido un día nublado y la lluvia del mediodia hizo que refrescara la tarde.

Después de los toros, me trasladé a la casa de unos amigos en Monte Cristo, en el norte de la ciudad, para saludarles y compartir los festejos de las Bodas de Oro de sus padres, de manera que pude comer Relleno Negro y Cochinita Pibil con un buen vino tinto y cantando acompañados por una guitarra, lo que tuve que dejar a medias antes de las 10 de la noche pues todavía quise llegar a la tienda de Euan, en la 62 casi frente al Teatro Mérida a comprarme unas guayaberas de manufactura local, tan necesarias en Belice, pues ya que no tengo obligación de usar corbata y traje en mi oficina aprovecho para vestir la comoda y fresca prenda típica de Yucatán.

36 horas efectivas bastaron para poder hacer lo que describí y no pude hacer más porque había que preparse para la partida que me obligaba a dejar mi hotel en la madrugada (5:30 am) para no molestar a los empleados de Volaris, aerolinea, por cierto, de buena calidad y que cumple las garantías que ofrece, puesto que al final la salida se retrasó una hora debido a la neblina y me abonaron 850 pesos para un próximo viaje, que espero sea para retornar a Mérida una vez más. Ojalá muy pronto. H

Copyrights 2010. 

Texto: Hidalgo

Recuerdos de 2009

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